lunes, 21 de noviembre de 2016

Un plato de sardina



El pasado lunes fue la noche de la Superluna, al salir de la escuela vi la luna llena en el cielo entre los edificios. A pesar de la contaminación lumínica  de la ciudad, brillaba con intensidad. Un compañero de trabajo me comentó que no pudo dormir porque le dolía la cabeza, y otro dijo que se despertó a medianoche con inquietud. 
Así que a todos los que les cuesta dormir, les voy a contar un cuento que, tal vez, ocurrió una noche de la luna llena como esta.

 Erase una vez, un leñador que vivía en un monte profundo.  Una noche, cuando el leñador se iba a dormir,  se oyó golpear la puerta.

Era un señor samurái y le dijo que se había perdido en el monte y le pidió que si podía dejarle dormir una noche en la casa. Aparentemente era un samurai, pero el leñador se dio cuenta en seguida de que era un zorro transformado, ya que de su kimono salía una cola larga, tenía orejas triangulares y levantadas. Debía de  ser un zorro joven, ya que aún no sabe manejar bien su poder mágico. Estuvo a punto de reírse, pero se aguantó y le ofreció un recipiente lleno de agua,  diciendo que se podría quedar en su casa tranquilamente, pero que antes, por favor, se limpiase la cara. Agradecido, el zorro-samurai se agacho encima del recipiente, entonces encontró una cara medio de zorro y medio de humano en el reflejo de la superficie del agua, por lo que se sorprendió y se escapó por donde había entrado, dejando la claridad de la luna atrás.

Al día siguiente el leñador se fue al bosque a cortar árboles. Después de una larga jornada, por el camino de vuelta a casa, oyó a alguien decir “oye.. oye…” con la voz baja. El leñador agudizó el oído.

-Jeje, me despisté ayer, pero aún así me divertí -dijo esta voz

-Oh, así que eres el zorro de ayer!! Vaya samurái que estás hecho!!

No pudieron contener la risa, y estallaron en carcajadas juntos.

-Este es un cuento de una época en la que gente era tan sencilla que hablaban y se reían con los animales.

La receta que quiero presentaros hoy es una sardina transformada en una anguila. En Japón la anguila es muy apreciada, y por tanto, es muy cara. Pero con la sardina se puede obtener un sabor parecido al de la anguila, usando la salsa de soja y el mirin que se suelen usar cuando cocinamos la anguila. 


Ingredientes: 8 sardinas, harina, aceite de oliva

Para el aliño: 4 cucharas soperas de sake (o vino blanco), 2 cucharas soperas de azúcar, 1 cuchara sopera de mirin, 4 cucharas soperas de salsa de soja.


  
Abrir y limpiar las sardinas.


 
Rebozarlas en harina.

Mezclar todos los ingredientes para el aliño.

En un sartén caliente poner un poco de aceite y colocar las sardinas con la piel hacia abajo. Asarlos a fuego medio hasta que los bordes del pescado se pongan blancos. Dar la vuelta. 


 

Verter el aliño.
Cocer unos minutos hasta que la salsa tenga consistencia.


Servir.



Si quieres decir a tu comensal que es un plato de anguila, ten cuidado con la cola de sardina.

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