Habéis visto la película japonesa llamada“Despedidas de Yoijro Takita?
Esta película ha ganado el Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa 2009 y ha sido galardonado con 10 Premios de la Academia de Cine de Japón.Cuenta la historia de Daigo Kobayashi, un dedicado violonchelista cuya orquesta acaba de ser disuelta dejándolo en el paro. Daigo decide regresar a su antigua ciudad natal con su esposa para buscar trabajo y empezar de nuevo. Responde a un anuncio titulado "Salidas" pensando que es un anuncio de una agencia de viajes, para después descubrir que el trabajo es en realidad para un "Nokanshi", un profesional que prepara los cuerpos de los fallecidos para su entierro y la entrada en la próxima vida. Mientras que su esposa y otros desprecian su trabajo, Daigo va tomando un cierto orgullo por éste y comienza a perfeccionar el arte de "Nokanshi.
Me gusta mucho esta película. Recuerdo una escena en la que la esposa de Daigo, se asusta porque el pulpo que iba a cocinar estaba todavía vivo. Resulta evidente que ella no imaginaba que se iba a encontrar su cena con vida, y esto la sorprendió. Incapaces de darle muerte por sí mismos, deciden devolverlo al agua, pero se dan cuenta inmediatamente después de arrojarlo que ya era demasiado tarde para el pulpo. Así que ni pudieron salvar su vida, ni ya que estaba muerto, salvar la cena.
Ya que la muerte es un tema fundamental en la película, esta escena llamó mi atención especialmente. La esposa del protagonista principal, no podía soportar la idea de que su marido volviese a casa después de que sus manos hubiesen tocado cuerpos sin vida. Pero ella se asustó de la vida misma. Esperaba y habría deseado tocar el pulpo sin vida, no con ella.
Si lo pensamos un poco, llama la atención; es algo en lo que pensar, ¿verdad?.
Vivimos en un mundo donde los vivos son los seres predominantes, por supuesto que todos tenemos algún ser amado que ya ha muerto, y lo recordamos con cariño y ternura, pero son nuestros muertos, están vivos en nuestro interior.
Es curioso como cuando los muertos no tienen relación con nosotros los vemos como muertos, simplemente. Preferimos entonces tener el mínimo contacto con ellos.
Según la religión autóctona de Japón, el shintoísmo, los seres humanos somos hijos de los dioses shintoístas. Al finalizar nuestra vida, nuestra función en la tierra, regresamos al mundo divino del que procedemos, independientemente de si hemos sido lo que éticamente llamamos buenas o malas personas, para reunirnos con nuestros antepasados. Y desde ese mundo observamos a nuestros descendientes que nos recuerdan en sus oraciones.
Existe pues en la religión shintoísta un fuerte nexo entre el mundo de los vivos y de los muertos, podemos decir que no hay separación entre ellos.
Se dice que desde el momento de la muerte hasta el regreso al mundo de los antepasados, hay un plazo de casi un año. Podemos pensar que es un nuevo nacimiento, un parto en otro mundo.
Y volviendo a nuestro pulpo, seguro que la mujer no tenía en mente hacer con él un exquisito “Pulpo á feira”, a pesar de que esa forma de prepararlo ya es conocida en Japón. Si yo fuera ella prepararía lo que en Japón se conoce como Takoyaki.
El takoyaki se hace en forma de bolas (del tamaño de la de Ping Pong). Se asan en un tipo de plancha de hierro con huecos en forma semicircular.
Las bolas están hechas con una base de masa de harina de trigo líquida que con el fuego coge consistencia. Luego se condimentan con salsas. Estas bolitas están ligeramente tostadas, dentro se encuentra el pulpo, que contrasta con la suave textura de la harina. Es exquisito, si te comes uno, seguro que no puedes parar.
Pues adelante! Disfrutemos de nuestro takoyaki, disfrutemos también de cada uno de nuestros días en este mundo, recordemos a nuestros antepasados y seamos felices en honor a ellos.