Galicia está llena de lugares mágicos, y uno de
ellos es Ponteareas. La semana pasada volví a visitar este lugar con una amiga.
Subimos una cuesta empinada caminando sobre una alfombra rojiza de agujas de
pinos, encontramos asombradas unas rocas que parecían estar
jugando a hacer malabarismos.
Igual que en
Galicia, en Japón también hay mucha leyenda sobre piedras.
Cuentan que había un campesino muy religioso que cada año iba a un templo muy lejano a rezar a
un dios al que le rendía culto. A su pesar, un año tuvo que decidir y comunicarle al dios que esa sería su última peregrinación ya que estaba
muy mayor para el viaje. Después de despedirse de su dios, tomó el camino de
vuelta. De pronto se dio cuenta que en la manga del Kimono tenía una piedra, y pensó
que se la habría metido algún viajero bromista del barco y la tiró al mar. Pero
al día siguiente, cuando se despertó otra vez, se encontró la misma piedra en
la manga. Extrañado, consultó a sus vecinos del pueblo, y le dijeron que aquella
piedra debía de ser un regalo del dios, así que todos deberían venerarla. Y así
hicieron. Entonces construyeron un
templo para colocar la piedra. Cuentan que esta piedra crecía cada año, y que cuando
la persona que contó esta historia vio por primera vez la piedra, ésta medía
unos 40 centímetros, pero ahora desconocemos el tamaño de la piedra, ya que
esta historia viene de hace mucho mucho tiempo.
Mi abuela decía que
las piedras también son “gente”, que las piedras y los minerales también
cambian y se transforman como nosotros aunque mucho más lentamente, porque la
medida de su tiempo es diferente a la nuestra.
Esta imagen es la comida de un estilo Kaiseki( 懐石), que significa “piedra en el bolsillo”,
aunque, por supuesto, no se usan piedras como ingredientes. Antiguamente en los
templos budistas, los monjes comían sólo dos veces al día, así que tenían la
costumbre de calentar una piedra y guardársela
en el bolsillo para engañar el hambre calentándose la barriga. Pero algunos monjes podían permitirse el
lujo de usar otro método más eficaz; picando
algo sencillo. De ahí el kaiseki que significaba “piedra en el bolsillo” empieza referirse a “un plato simple que calienta cuerpo y
apacigua hambre”. Más tarde el fundador del Cha no yu (ceremonia de té),
Sennorikyu formó el estilo Kaiseki, comida ligera y sencilla que consiste en
una sopa y tres platos.
Es la otra historia de cambio de la piedra.
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